¿Qué ver en Perú además de Machu Picchu?

Chiclayo, al norte de este país sudamericano tiene maravillas arqueológicas, arquitectónicas y gastronómicas imperdibles.

En la costa norte de Perú, bañada por el sol y abrazada por el desierto y el mar, se encuentra Chiclayo, una ciudad vibrante que cautiva con su mezcla única de historia milenaria, naturaleza salvaje y una de las cocinas más deliciosas.

A menudo llamada la “Capital de la Amistad” por la calidez de su gente, este rincón del departamento de Lambayeque es un punto de partida ideal para explorar algunos de los vestigios arqueológicos más importantes de Sudamérica.

A pocos kilómetros de la ciudad, emergen silenciosas las tumbas del Señor de Sipán, uno de los hallazgos funerarios más fastuosos de América precolombina, junto al legado del Señor de Sicán y el imponente complejo de Túcume, con sus pirámides de adobe que se elevan en el horizonte como gigantes dormidos.

Cada sitio arqueológico es una ventana abierta al esplendor de las antiguas civilizaciones mochica y lambayeque, y una oportunidad para asomarse al pasado.

Catedral en Perú.

Atracciones en Chiclayo, Perú

Pero Chiclayo es mucho más que ruinas y museos. Para los viajeros que buscan respirar aire puro y conectar con la tierra, el Bosque de Pómac ofrece una experiencia natural fascinante: un santuario seco lleno de fauna endémica, árboles milenarios y senderos que se abren paso entre algarrobos.

Los aficionados al ciclismo, al senderismo o al avistamiento de aves encontrarán aquí un paraíso inesperado. Y para los que desean ir aún más lejos, la Reserva Ecológica de Chaparrí, hogar del tímido oso de anteojos, ofrece un vistazo al Perú más verde y silvestre.

Reserva Ecológica de Chaparrí.

En el corazón de la ciudad, la Catedral de Chiclayo —con su elegante arquitectura neoclásica— se impone frente al Parque Principal, como testimonio de la fe y la historia regional. No muy lejos de allí, a una hora por caminos que cruzan campos y quebradas, la Cruz de Motupe espera en lo alto del cerro Chalpón, atrayendo a miles de peregrinos cada año en una de las manifestaciones de devoción más emotivas del país.

Y cuando el cuerpo pide descanso, el alma puede hallar refugio en el balneario de Pimentel, donde el muelle más largo del Perú se adentra al Pacífico. Las olas rompen con ritmo perfecto para el surf, mientras el cielo se pinta de tonos naranjas y dorados en atardeceres que parecen salidos de un sueño.

Gastronomía peruana auténtica

Ningún viaje a Chiclayo estaría completo sin probar su cocina en la que destacan platos como el arroz con pato, el seco de cabrito o la tortilla de raya son auténticas expresiones de identidad regional, mientras que el ceviche con tortita de choclo ofrece un giro norteño al clásico marino. Para el postre, el king kong, un monumental alfajor relleno de dulce de leche, manjar blanco y frutas, es una dulce tentación imposible de resistir.

King Kong postre en Perú.

Chiclayo es una puerta abierta a la diversidad de Perú. Una ciudad que invita a descubrir, saborear, y sobre todo, a volver. Porque aquí, entre ruinas antiguas y playas doradas, la hospitalidad del norte nunca se olvida.

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