El otoño marca una transición que se refleja también en la mesa. Las tardes se vuelven más frescas, el ritmo baja un poco y el cuerpo comienza a pedir sabores más redondos, platos que reconforten y vinos con carácter. Es la temporada en la que el vino deja de ser solo una bebida para acompañar y se convierte en parte esencial del ritual de compartir.
En México, el gusto por el vino ha crecido con fuerza durante los últimos años. Hoy forma parte de las comidas cotidianas, las celebraciones y las reuniones entre amigos. Ya no se trata de una moda, sino de una forma de disfrutar con más conciencia, de encontrar en cada copa un equilibrio entre sabor, momento y compañía.
En esta época, los tintos cobran protagonismo. No solo porque combinan con preparaciones más sustanciosas, sino porque su calidez acompaña el cambio de clima. Los vinos de Bodegas Emilio Moro, con origen en la Ribera del Duero y El Bierzo, representan muy bien este espíritu. Cada etiqueta tiene una personalidad distinta, lo que permite maridajes versátiles y llenos de intención. Emilio Moro, Elalba de Emilio Moro, Malleolus y La Felisa son opciones que conectan con los distintos matices de la temporada.
Cómo maridar el vino este otoño
El otoño no significa dejar atrás los platos ligeros, sino adaptarlos a sabores más complejos. Para las primeras copas, Elalba de Emilio Moro se distingue por su perfil fresco y aromático. Es un vino que resalta los matices de ingredientes vegetales, lácteos suaves y toques salinos. Funciona de maravilla con flores de calabaza rellenas de queso, croquetas cremosas, huevos rotos con jamón ibérico o incluso tacos de lechón. En todos los casos, su acidez natural limpia el paladar y equilibra los sabores más intensos o grasos.
También se puede disfrutar con una ensalada de tomate , un platillo sencillo pero lleno de matices que dialoga bien con vinos de expresión frutal. En cada sorbo, Elalba aporta una sensación de frescura que prepara el terreno para lo que viene después.
Con estos platillos puedes maridar el vino tinto
A medida que el menú avanza, el vino necesita sostener sabores más profundos. En este terreno, Emilio Moro y Malleolus muestran toda la fuerza de la Ribera del Duero. Son tintos con estructura, notas especiadas y taninos maduros que encuentran su mejor versión junto a carnes, pescados con salsas untuosas o preparaciones al horno.
Un ejemplo perfecto es la picaña, un corte jugoso que resalta con la intensidad aromática y el cuerpo de Emilio Moro. Su paso por barrica aporta toques de cacao, clavo y madera fina que complementan la grasa natural de la carne sin restarle protagonismo. Para quienes prefieren el mar, un róbalo o un pulpo sellado con puré de papa funcionan igual de bien. En ambos casos, el vino aporta equilibrio y redondez.
Malleolus, por su parte, es un vino más concentrado y expresivo. Ideal para comidas largas, acompaña sin esfuerzo platos de sabores profundos, desde un short rib braseado hasta una lasagna. Es el tipo de vino que invita a la sobremesa, a dejar que la conversación fluya y a disfrutar sin mirar el reloj.
Cómo hacer un maridaje de vino con postres
Ninguna comida de otoño está completa sin un toque dulce al final. La Felisa, la etiqueta ecológica de la bodega, ofrece una interpretación distinta: redonda, amable y con un perfil más suave. Marida con postres cremosos o con toques de cacao blanco, como una tarta de queso con chocolate blanco o unas galletas con chispas de chocolate recién horneadas. Su acidez moderada y su textura aterciopelada equilibran el dulzor, dejando una sensación cálida y prolongada.
Más allá de los maridajes, el vino se ha convertido en una forma de vivir la temporada. En México, cada vez más personas descubren el placer de descorchar una botella no solo en una ocasión especial, sino como parte de la experiencia cotidiana: una cena entre amigos, un sábado en casa o una tarde en la terraza.
El otoño invita a disfrutar sin prisa, a poner atención en los detalles y a anticipar la energía de las fiestas decembrinas. Elegir un vino para cada momento se vuelve un gesto que combina gusto, intención y estilo. Como dice Alejandro Medina Moro, Director Comercial de Bodegas Emilio Moro, “abrir una botella no es solo disfrutar de un sabor; es crear un ambiente, una conversación, una memoria compartida”.
Con la llegada de los últimos meses del año, los vinos que acompañan la transición hacia el invierno adquieren un papel especial. Son el punto medio perfecto entre lo cotidiano y lo festivo, entre lo que reconforta y lo que celebra.
Este otoño, vale la pena dejar que el vino marque el ritmo de la mesa. Apostar por etiquetas con historia, equilibrio y autenticidad, que acompañen los sabores de la temporada y preparen el espíritu para las celebraciones que están por venir. Porque, al final, brindar sigue siendo una de las formas más simples y genuinas de disfrutar.
