Por fin. Esa escena cotidiana en los aeropuertos estadounidenses —viajeros descalzos, bolsas en mano, haciendo malabares con laptops y cinturones— está por volverse parte del pasado.
La Administración de Seguridad en el Transporte (TSA) ha confirmado que ya no será necesario quitarse los zapatos en los puntos de control para vuelos dentro de Estados Unidos. Esta nueva medida representa mucho más de lo que parece.
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La decisión, dada a conocer por Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional, representa uno de los ajustes más relevantes en la experiencia del pasajero desde la creación del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) tras los atentados del 11 de septiembre. Según Noem, la medida busca “modernizar el proceso de revisión sin comprometer los estándares de protección”.
“Gracias a los avances tecnológicos y al enfoque de seguridad por capas, podemos eliminar esta medida sin poner en riesgo la seguridad nacional”, afirmó la funcionaria.

Medidas de seguridad en aeropuertos de Estados Unidos
La política fue implementada en 2006 como respuesta directa a un intento de atentado ocurrido cinco años antes. En diciembre de 2001, Richard Reid, ciudadano británico, intentó detonar explosivos ocultos en sus zapatos durante un vuelo transatlántico entre París y Miami. El incidente marcó un punto de inflexión en las medidas de seguridad aérea globales.
Desde entonces, millones de viajeros han tenido que retirarse el calzado, generando largas filas, molestias y quejas frecuentes, especialmente entre adultos mayores, personas con movilidad reducida y familias con niños pequeños.
Con este cambio, la TSA apuesta por sistemas de detección no invasiva, escáneres corporales más precisos y procesos más eficientes en los puntos de control. Los pasajeros seguirán pasando por los mismos dispositivos de revisión, pero con mayor fluidez y menor incomodidad.
Por el momento, la nueva política aplica exclusivamente a vuelos nacionales. Se recomienda a los pasajeros internacionales seguir verificando las regulaciones específicas de sus rutas.
Este ajuste, aunque simbólico, representa un avance significativo hacia un modelo de viaje más ágil y centrado en el bienestar del pasajero.
