En Yucatán, las antiguas haciendas henequeneras, que en el siglo XIX fueron motores de la economía local gracias al “oro verde” del henequén, hoy renacen como escenarios de hospitalidad de primer nivel. Restauradas con detalle y visión contemporánea, estas propiedades combinan historia, arquitectura, naturaleza y, sobre todo, gastronomía. El resultado es una propuesta que coloca a la región en la cima de la escena culinaria internacional: un viaje donde cada platillo se convierte en una puerta de entrada a la cultura maya y mestiza.
No se trata solo de hoteles boutique o espacios para eventos, sino de auténticos templos gastronómicos. En sus cocinas, los chefs reinterpretan recetas tradicionales con técnicas actuales, pero sin perder la esencia de lo heredado. La experiencia no se limita al sabor: es inmersiva y multisensorial, capaz de conectar a los visitantes con la tierra, la historia y el presente de Yucatán. Esta apuesta por la excelencia ha contribuido a que el estado sea nombrado Capital Iberoamericana de la Gastronomía 2025.

Hacienda Xcanatún – Mérida
A pocos minutos de la capital yucateca, la Hacienda Xcanatún conserva la sobriedad y elegancia de su arquitectura del siglo XVIII, pero se ha transformado en un espacio de lujo que combina diseño contemporáneo y tradición local. Su propuesta gastronómica se concentra en Casa de Piedra, un restaurante que ha sabido conquistar paladares con una reinterpretación de los clásicos regionales.
Uno de sus platillos estrella es el mucbilpollo, conocido como “pib”, un tamal gigante de masa de maíz y carne, condimentado con achiote y cocinado lentamente bajo tierra con una técnica ancestral. Aquí, este platillo se presenta con un giro de autor que respeta la receta original, pero la adapta a un formato de alta cocina. La experiencia se completa con un entorno sereno, jardines cuidados y la posibilidad de explorar Mérida, una ciudad que respira historia y modernidad a partes iguales.

Hacienda San José – Tixkokob
En el municipio de Tixkokob, rodeada de jardines tropicales y caminos sombreados por árboles centenarios, la Hacienda San José se perfila como un refugio sensorial. Aquí, la gastronomía no solo se disfruta en la mesa: también se aprende y se vive como parte de un legado cultural.
Uno de los atractivos más valorados es el taller donde los visitantes pueden descubrir los secretos del recado negro, una pasta espesa de chiles quemados y especias mayas que da origen al relleno negro, uno de los guisos más emblemáticos de la región. Preparar este platillo con las propias manos, guiado por expertos locales, se convierte en una experiencia inmersiva que trasciende lo culinario.
Hacienda Temozón Sur – Abalá
Considerada una de las haciendas más emblemáticas del sur del estado, Temozón Sur ha sido cuidadosamente restaurada para ofrecer lujo sin perder autenticidad. Su propuesta gastronómica se distingue por el uso de ingredientes de la milpa propia y el respeto a las técnicas tradicionales, lo que garantiza una cocina fresca, local y profundamente conectada con la tierra.
Entre sus especialidades destaca el queso relleno, una receta que refleja el mestizaje cultural de Yucatán. Preparado con queso de bola holandés, relleno de picadillo sazonado y bañado con salsa blanca y de tomate, este platillo combina influencias europeas y locales en un equilibrio perfecto. Disfrutarlo en el marco de los amplios corredores de la hacienda, rodeado de muros rojizos y vegetación exuberante, convierte la comida en una celebración del mestizaje.
Hacienda Sotuta de Peón – Tecoh
Sotuta de Peón es quizá la hacienda que mejor encarna el espíritu histórico del henequén. Aquí, los visitantes pueden conocer de cerca el proceso de producción del “oro verde”, desde los campos hasta las antiguas máquinas restauradas. Pero su riqueza no se limita a lo industrial: la gastronomía ocupa un lugar central en la experiencia.
La estrella de la mesa es la cochinita pibil, cocinada en un pib o horno de tierra, tal como lo hacían los antiguos mayas. El recado rojo preparado con achiote y naranja agria impregna la carne de un sabor profundo, mientras el envoltorio de hojas de plátano conserva su jugosidad. Es un platillo que no necesita reinterpretación, porque su perfección radica en el respeto absoluto a la tradición. Degustarla en este entorno histórico es entender cómo la cocina puede convertirse en patrimonio vivo.
Hacienda Sac Chich – Acanceh
Con un estilo más contemporáneo y cosmopolita, la Hacienda Sac Chich fusiona historia y modernidad en un escenario que suele albergar eventos exclusivos y experiencias privadas. Su propuesta gastronómica sigue esta línea: platos que reinterpretan lo tradicional desde una visión innovadora.
En sus cenas sensoriales destacan los panuchos de autor, elaborados con tortillas hechas a mano en el momento y rellenos con ingredientes poco comunes como venado marinado, brotes locales y salsas artesanales. Más que un simple antojo, cada bocado es una declaración de intenciones: la tradición puede reinventarse sin perder su raíz.
Cada una de estas haciendas ofrece una perspectiva única sobre la riqueza cultural y gastronómica de Yucatán. En ellas, la comida no se reduce a un servicio de hotel, sino que se convierte en protagonista de una experiencia inmersiva. Entre recetas ancestrales, técnicas transmitidas por generaciones y propuestas de autor, el visitante descubre que el verdadero lujo está en conectar con un legado vivo.
No es casualidad que Yucatán haya sido nombrada Capital Iberoamericana de la Gastronomía 2025. Este reconocimiento internacional confirma que en su cocina se encuentra la esencia de una región que sabe honrar su herencia y proyectarla al mundo.
